El pasado Lunes día 5 la Sexta emitió el segundo capítulo del
Aprendiz, un programa, con formatos semejantes a los clásicos “Gran Hermano”, pero
trasladado al mundo de la gestión empresarial.
El objetivo es seleccionar un aprendiz/junior, que será el último que no sea eliminado de 15 participantes entre hombres y mujeres. Su premio consistirá en poder trabajar con el famoso publicista Luis Bassat, que al mismo tiempo participa activamente y toma la decisión final, entre tres participantes “nominados”, de señalar aquel que debe abandonar el programa.
No pude ver el primer programa, pero si soy seguidor de ncuentra donde su último post de 30 de Septiembre comenta ampliamente su primera emisión.
Me imagino que los peajes de la Televisión son insalvables, pero confieso que no me gustó nada el programa, tanto su contenido como sobre todo su mensaje. Lo más grave es que el mensaje es lanzado por uno de los Profesionales españoles más reconocidos en publicidad y por lo tanto, con gran capacidad de impactar.
En efecto, Luis Bassat en su programa lanza un mensaje global demoledor: el primer día “decide despedir –eso sí, valorando su honradez por admitir el error-“ a un participante y el segundo día de la misma forma decide despedir a un participante, en este caso valorando su “actitud ética encomiable” y en contraposición a un participante con un clásico liderazgo autoritario, agresivo, prepotente e incapaz de generar ambientes de trabajo colaborativo.
Creo que la imagen inicial de presentación del programa nos retrotrae a una época que fue “antes de ayer” con cierto sabor a “yuppis”, lo cual anticipa lo que va a venir. Es decir, refuerzo del esteriotipo del gestor agresivo con formas de gestión ancladas en el modelo de los últimos quince años, cuyo efecto más pernicioso es la
grave crisis financiera y económica que padecemos y que sólo ha hecho que empezar.
Por el contrario, aquéllos que ejercen un liderazgo más rompedor con el pasado reciente, y apoyado en valores de honradez, transparencia y ética para evitar que el fin justifique los medios y por lo tanto, podamos impulsar un modelo de gestión sostenible, son despedidos.
Espero que este errático comienzo pueda subsanarse en próximos capítulos, pues el mismo Luis Bassat advirtió al participante más representativo de ese modelo de gestión, que si no cambiaba su actitud no llegaría muy lejos en su programa.
En definitiva, destacar que cuando muchos profesionales de la gestión nos esforzamos por aprovechar la llegada de la Web Social para volver a la carga y tratar de aprovechar su potencialidad para cambiar los modelos de gestión, este programa es un mal acompañante.
Por último, por lo que se refiere al contenido se apoya en una gestión más centrada en las ventajas comparativas (calidad, costes, servicios) que en las ventajas competitivas (innovación, aprendizaje y cooperación) más propias de la era del saber y de los conocimientos y por lo tanto del presente y futuro, donde verdaderamente lo importante son las personas capaces de trabajar en equipo.
Hace menos de un año,
Rosa Maria Calaf llena de sabiduría y facultades, tuvo que abandonar TVE pues difícilmente se podía resistir a la presión de los cambios impulsados por
Directivos decimonónicos.
De esa manera se perdía una excelente profesional, unánimemente reconocida. Ella misma expreso el gran error de que cualquier profesión prescinda de gente con experiencia, sin que haya un
punto de encuentro y continuidad entre esa experiencia y los jóvenes que se incorporan.
El pasado 22 de Septiembre un artículo hacía un recordatorio, por momentos nos hacía temer lo peor, de un excelente profesor de economía, Victor Fuentes, también unánimemente reconocido, por compañeros y una legión de anónimos alumnos que tuvieron la suerte de recibir sus clases y de la yo formo parte. Este verano, sin haber llegado a hablar con él, coincidía en la sombra de unos pinos, donde la buena idea de una biblioteca veraniega, nos permitía leer la prensa diaria.
El impacto del artículo fue grande, primero porque logró, en un instante, hacerme pensar lo peor y lo mejor al descubrir que sólo era una jubilación, pero inmediatamente después, cuando apenas me había repuesto pensé que era una barbaridad.
Sin perder tiempo envié un e-mail a un amigo y compañero suyo en el Departamento, que efectivamente me confirmo que éste gran profesor sólo tenía 60 años, pero que se acogía, con gran sorpresa por parte de todos, a un plan de jubilaciones anticipadas de la Universidad.
Ayer mismo, un amigo me comunico que el próximo día 15 de Octubre es el último como Director de Comercial en una empresa que debe reducir gastos. El problema me comentaba es que tengo 49 años y aunque confía es sus capacidades, es consciente que nuestra sociedad no valora ese saber de la misma forma.
Reconozco que de un tiempo a esta parte estoy preocupado con estas situaciones de etarismo y discriminación por razón de edad. Por un lado, porque seguramente me identifico, al estar más cerca de la jubilación que de los 30 años. Por otro lado, porque tengo muchas dudas de que este modelo sea sostenible social y económicamente, máxime cuando la esperanza de vida se ha duplicado en menos de 50 años y difícilmente empezamos a trabajar establemente antes de los 30. Por último, no comprendo como en plena sociedad del saber y de los conocimientos, los directivos siguen despilfarrando el futuro sin hacer esfuerzos de integración y colaboración.
Calaf decía “Es un gran error que …….. será nefasto para la calidad del producto”. Y en efecto, TVE, la Universidad de Valencia, Pymes y un largo etcétera pierden saberes irremplazables, personas prestigiosas y la sociedad saberes humanos con plena capacidad de aportación, que sin duda afectarán a sus resultados.
Creo que la sostenibilidad, concepto y palabra que ahora esta de moda, no puede referirse sólo a las energías limpias y a los bienes materiales, sino que tiene que ocuparse muy en serio de las capacidades humanas continuamente despilfarradas, voluntaria o involuntariamente.
Es urgente replantearse esta situación en la sociedad de los conocimientos, para poner en el centro a las personas y revalorizar sus capacidades, las cuales son subutilizadas antes de los 30 años y cuando apenas han cumplido los 50, por dirigentes cortoplacistas y poco interesados en generar espacios de trabajo colaborativo intergeneracional para gestionar futuro.